domingo, 25 de septiembre de 2011

Una noche: Final

La miraba todos los días, cuando se acercaba a la tumba del que una vez fue su padre.
Le visitaba todos los días al caer la tarde, con las últimas luces.
Muchas veces me preguntaba , por que solo ella iba a visitarle. Jamás lo entendí.
La miraba todas las tardes esperando que un día se fijase en mi, nunca lo hacía, y, mi corazón gritaba dolorosamente dentro de mi pecho de piedra fría y gris, gris como el cielo que cubría habitualmente este lúgubre cementerio.
Pasaba el tiempo, el invierno llegó.Ella entró de nuevo en el cementerio, cautelosa, como preocupada por si su presencia fuese a molestar a alguien,>a los cuervos< pensé,¿a quién si no?. De repente después de mucho tiempo, me fijé en algo, que causó en mi una gran sorpresa.Su largo cabello rojizo, se había tornado grisáceo, ese brillo llameante, se había transformado en un leve recuerdo sobre un fondo gris plateado. A mi me seguí pareciendo la cosa más hermosa que había visto nunca, ahora con más valor si cabe, pues las cosas antiguas son más valoradas ¿no?.
El corazón me dio un vuelco, cuando de repente ella, la mujer que habitaba en mi corazón, la dueña de mi alma decidió girarse, empezar a caminar, hacia mi. Caminaba lenta, pero decidida a llegar junto a mi.¿ Había escuchado los gritos de mi corazón, realmente me veía, como yo la veía a ella?.
No, estaba claro que no, al llegar al pie de mi altar, se paró, y se agachó despacio y con cuidado de no pisarse el vestido. Nunca supe por que pero al levantarse tenia lagrimas en los ojos. Me miró fijamente, a la cara, cosa que no había hecho nunca desde que aquella noche había entrado en el cementerio con aquel vestido negro que le cubría los pies. Llorando, alzó la mano y la posó en la fría roca, que era mi cuerpo. Nunca había oído su voz antes, al menos no tan clara como esta vez.
"Tan majestuoso, eres ángel caído, que te llevas a los mejores, y dejas a los peores, no se porque lo siento pero es así, me infundes respeto con esas alas tuyas, de piedra gris, alzado en medio del cementerio observas todo cuanto hay aquí, ves el sufrimiento de otros y ni te inmutas, sin embargo, yo te entiendo, has aprendido a no sentir, tanto tiempo solo, con las alas de piedra gris, abiertas y extendidas hacia el cielo. Ofreces la imagen de un dios cuando en realidad no eres más que alguien como yo. Soledad hay en tu corazón si es que tienes, la repartes a los que aún en vida aquí vienen, a visitar a sus muertos, los cuales tu te llevaste, sin preguntar siquiera el parecer de estos. Nadie te ha plantado cara jamás, y, nadie lo hará, porque infundes temor a la vez que respeto, tú, alzado imponente en este frío cementerio. Solo quiero saber una cosa, y la respuesta está en tu corazón tallado en granito, ¿ podrás llevarme a mi contigo?, no quiero quedarme aquí, y que me metan en un sarcófago, que me tapen con arena y, pongan en una piedra, la gran persona que fui, quiero ir contigo, pasear por el mundo del olvido, de tu mano. Poder tocar las nubes del cielo si es que existe, o del infierno, oler el azufre. De que sirve vivir, llorando a alguien como he hecho yo. De nada, pues nadie te recordará a ti.Ahora es tu elección mi ángel caído, llévame o déjame, pero decídete, pues mi reloj se está parando, pronto darán las doce, y pronto caeré sobre la nieve helada, a tus pies."
Ella lo había dicho, quería estar conmigo, mi amor era correspondido.
Un cosquilleo recorrió mi espalda, subiendo por mis alas de piedra, alojándose en la última de las duras plumas. El cosquilleo llegó a la punta de mis dedos, sentía como, si quisiera, podría moverlos.
Algo en mi interior explotó, ella, la dama de negro, de largos cabellos rojos estaba en el suelo, tendida, como dormida, inerte a mis pies, era cierto, había venido como última vez aquí, a ver como su reloj se paraba, sin posibilidad de darle cuerda de nuevo. A lo lejos, me pareció oír un crujido, pero en realidad no estaba lejos, era yo el que crujía, y la explosión de mi interior, si que había tenido lugar. Noté como poco a poco, pero deprisa, mi cuerpo se desquebrajaba, pero no era doloroso, era más bien agradable. En el fondo sabía que era el fin, pero no sabía de que. Un a voz empezó a sonar en mi cabeza > Decídete <  decía la voz, era una voz femenina, la reconocía perfectamente, sabía de quién era y a que se refería.
Tranquilidad, eso sentí de pronto. Solo podía ver una luz intensa delante de mi, poco a poco la luz fue dejando ver una figura, delicada, de mujer, con largos cabellos rojos ondulando con el viento, era incluso más ángel que yo, sin alas ni aureola, no le hacia falta, era hermosa.
"¿Ya te has decidido?" Su voz era más suave que anteriormente en el cementerio, parecía incluso, carente de sentimiento, tal vez solo curiosidad por saber la respuesta a la pregunta. "Te dije que la respuesta estaba en tu corazón ¿ya le has preguntado?"
Me quedé estupefacto, no sabía que responder, mi corazón, golpeaba con fuerza en mi pecho, pero no sabía que quería decir. La miraba fijamente, pero no con miedo ni preocupación, si no con ternura, tenía ganas de besarla, de tenerla entre mis brazos, sentir su cuerpo cerca del mío, ahora podía, ya no era una piedra fría, era real, y ella estaba delante mío, esperando a que yo la hablase.
Me acerqué lentamente, ella no parecía estar molesta, ni asustada, no retrocedió, como pensé que haría, simplemente se quedó quieta, mirándome, esperando una respuesta. Llegué tan cerca de ella como pude, me fijé de pronto de que era joven de nuevo, ella me estaba mirando, sus ojos verdes penetraban en mi con la fuerza del calor solar en verano, en mi interior algo ardía, no podía controlar ya mi cuerpo, ya no era yo su dueño, algo lo hacía por mi, una fuerza superior me empujo a hacer lo que hice, y no lo cambiaría jamás. Alargué un brazo, la sujeté la mejilla y la besé. Lo que llevaba años queriendo hacer, por fin lo hice, y fue mejor de lo que había soñado.Para mi sorpresa ella me devolvió el beso. Sentía un millón de cosas juntas, no sabía que hacer, pensar, sentir...
Una mano se posó en mi hombro, era fina y cálida, suave y delicada, el tacto me gustaba. Ella separó sus labios de los míos con sorprendente delicadeza, sentí, que si lo hubiese hecho más fuerte, se habría roto en pedazos. Un estruendo me sacó de mi ensoñación, realmente algo se había roto en mil pedazos.Yo, la estatua que antes había sido mi cuerpo se había desplomado sobre la nieve del cementerio, ella aún seguía allí, muerta en el suelo.Algo en aquella escena llamó mi atención, los trozos de piedra gris, y granito habían caído de forma que esquivaron el cuerpo. Me sobresalté cuando me fijé en que ella, había contemplado la imagen a mi lado, no se había marchado después del beso, y lo más sorprendente era que me estaba cogiendo la mano.
"Ya me he decidido" le dije sin mirarla, y con voz tranquila, como sabiendo que ella esperaba eso desde el principio. "Te llevaré conmigo, a donde tu desees"
Ella me miró, por primera vez en muchos años de estar observandola , me sonrió, directamente a mi, sin ningún sentimiento amargo, mostraba felicidad incluso.
Por fin estaba junto a ella, y ella estaba junto a mi, los dos eramos felices después de años de tristeza y soledad.
Lo curioso es, que después de oír gritar a mi corazón durante tantos años, ahora lo hace de nuevo, y me parece agradable , porque ahora grita de felicidad y no de tristeza y eso es irreemplazable.
Ahora estaba junto a ella, la mujer de mis sueños y mi corazón grita: " TE QUIERO!

1 comentario:

  1. Es precioso, me ha encantado. Está muy bien redactado(aunque te has comido alguna letra). Deberías mandarlo a alguna editorial, creo que te lo publicarían. Y por cierto, no he podido evitar reírme en la frase: "mi corazón gritaba dolorosamente dentro de mi pecho...", ya sabes porqué. Sigue así ;)

    ResponderEliminar