miércoles, 21 de septiembre de 2011

Amigos = Enemigos

Sonrisas forzadas, las tuyas cuando no estas entre tus amigos de verdad, ¿Quienes son?, nadie lo sabe.
Una noche despertó, congelada de frío, en un rincón de una fría calle de Madrid. La que por el día era una gran calle transitada por docenas de personas ahora estaba vacía. Se sentía sola, nunca lo había estado tanto. No recordaba la última vez que había estado sola, siempre había tenido a sus amigos con ella, pero, ahora no estaba segura de que lo fuesen, sus amigos.
Todo mentira quizá. Miró de un lado a otro, esperando encontrar algo que la inspirase confianza, o por lo menos que le resultase familiar.Allí estaba, el kiosco de la plaza, corrió hacía él, no estaba segura de porque corría pues, en su interior sabía que no encontraría a nadie, ni nada útil tampoco. Una vez llegó a la ventana, se asomó por dentro para intentar ver algo, pero estaba vacío y oscuro, no había nada.
Se giró cabizbaja, y comenzó a andar, el blanco vestido que llevaba puesto le arrastraba por el suelo, se la estaban manchando los finos bajos bordeados con detalles florales en tonos plateados, ahora que lo pensaba, no recordaba haber comprado aquel vestido. Lo miró detenidamente y una vez estuvo segura de que no era suyo pensó, me gusta, antes jamás lo habría admitido, pero ahora todo era distinto.
Al no haber nadie con ella, no tenia que fingir ser lo que no era, podía ser ella misma y admitir que aquel vestido blanco, con los bajos grises por culpa del suelo sucio, le encantaba.
Bajó la vista para mirarse a los pies, con el largo vestido no los veía, así que empezó a andar dando grandes zancadas para poder verse las puntas de los pies. iba descalza, pensó que si alguien la veía pensaría que era pobre, pero no había nadie, decidió darse rienda suelta, de todas formas, ¿quién iba a impedírselo?.
No sentía el suelo bajo sus pies, era como ir flotando, flotando por las calles de Madrid. La sensación era maravillosa, le gustaba, sentía como el aire le acariciaba el pelo y provocaba su lento movimiento hacía atrás, pero, ella no sentía ninguna caricia provocada por ese viento en la cara. Se paró en seco, había llegado a la Puerta del Sol, miró de un lado a otro, aún no se había fijado de que rea de noche.Para ella el día ya no existía, vivía en la más profunda y eterna de las noches. Se miró las manos, hacerlo le recordaba porque estaba sola y esa sensación no le gustaba. Estaba sola porque ya no podía estar con nadie, estaba muerta, era un fantasma. A través de sus blancas manos podía ver el suelo, veía a través de ellas como si fuesen cristal translucido.
La soledad volvió a invadirla, pero esta vez miró al frente y recordó, que antes no había estado mucho mejor, pues, los falsos amigos no la hicieron sentir mucho más acompañada.
Solo recordaba a tres o cuatro amigos de verdad, y, no estaba segura de si atribuirles tal mérito, pues , a la hora de la verdad nadie dio la cara por ella.
Ya se sabe que, los amigos verdaderos se cuentan con lo dedos de una mano.

2 comentarios:

  1. Muy bueno Irene, sigue asi, son los mejores relatos que e leido (tampoco es que hubiera leidos muchos antes pero los tuyos me an enganchado)

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  2. Hola Irene: Me parece muy bueno este relato, interesante reflexión, madura y sabia.

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