martes, 21 de febrero de 2017

Vida Incompleta (Wattpad)


Aqui dejo el enlace de la novela que, actualmemte, estoy escribiendo.

Es una novela fantástica, romántica y con toques de intriga y suspense, un completo para todos los gustos, orientada a un público juvenil aún que creo que no dejará indiferente a todo aquel que le guste el género.

Espero que sea de vuestro agrado y llegue a todos los lectores interesados.

Leer da la felicidad, te permite transportarte a mundos mágicos, vivir historias favulosas y fántasticas, descifrar enigmas imposibles y enamorarte una y otra vez. Leer crea vidas.

http://my.w.tt/UiNb/7CiQM3jMWA

lunes, 2 de septiembre de 2013

Ser Humano, ¿Dioses o bestias?

¿Hasta dónde puede llegar el ser humano?

El ser humano es controlador, avaricioso, egoísta, egocéntrico, cruel...
Todo lo que hace el ser humano no pretende compartirlo, lo hace todo para él, sin ninguna intención de compañerismo.
¿Hasta donde puede llegar el ser humano?

El ser humano ha llegado a límites insospechados. Ha llegado al punto de querer contener el tiempo en una esfera y conseguirlo. Es capaz de llevar el tiempo en una capsula atada a la muñeca. Explota la naturaleza para su propio beneficio sin pensar en el resto de habitantes del planeta.
Consigue romper lo irrompible.

¿Hasta dónde puede llegar el ser humano?

Contener la vida en salas blancas. Manipular formas de vida que considera inferiores.
El ser humano maltrata otros seres sin tener en cuenta que él es un animal cualquiera, incluso más torpe que algunos a los que pretende dominar.

El ser humano es, narcisista y estúpido. Hace cosas que solo le benefician a él, y la mayor parte de las veces el beneficio llega bajo el aspecto de catastrofes naturales, extinciones o enfermedad... ¿Hasta que punto se beneficia?

El ser humano. Criatura creada, supuestamente, a imagen y semejanza de Dios. Un Dios cruel y devastador... Dios no creó al hombre, el hombre creó a Dios y es por ello que es cruel.

Cuando el creador es inepto la creación se corrompe.

Finalmente, ¿Hasta dónde puede llegar el ser humano? ... Probablemente hasta dónde se lo proponga, el problema es, ¿A que precio?

domingo, 3 de febrero de 2013

Noche oscura

Bajar la mirada ya no es suficiente, ignorar los comentarios ya no vale.

Piensas que dejando a un lado lo que la gente piense de ti, podrás vivir tranquila, podrás vivir ajena a todo... Pero no, es imposible, en algún momento todo estalla, todo ese tiempo de ignorar críticas acaban por explotar en tu garganta, provocando una ráfaga incontrolable de sentimientos que se atropellan y empujan para salir por tu boca.

Una mala noche hace que todo esto sea posible, una fiesta donde bebes demasiado, te sienta mal y en un momento dado te hechas a llorar. No quieres arruinar la fiesta y te apartas. Lo sueltas todo, se lo dices a la persona que más quieres, en la que más confías.
Le enumeras uno a uno tus complejos, lo que piensas de ti misma, lo que crees que el mundo que te rodea piensa de ti.

Te escucha con atención, te anima, tu valoras todo lo que hace por ti en ese tiempo, pero no puedes dejar de llorar, y pensar en todo aquello que te atormenta, que no te deja dormir por las noches. 
La mayoría de esos complejos provocan temor en tu corazón, un miedo atroz a levantarte por la mañana y ser invisible, miedo a no llegar al nivel que todo el mundo te pide, de no cumplir las expectativas....

Después llega la noticia, él va a venir, solo porque tu se lo has pedido. No estas en condiciones de verle para cundo quiere llegar, te frustras más por no poder verle, por no querer que él te vea así...

No saber lo que está pasando te mata por dentro, sabes que están hablando con él, pero no sabes de que.

Al día siguiente no te mantienes en pie, estás cansada a más no poder, se te cierran los ojos, pero entonces empieza a sonar el teléfono, que parece un martillo neumático en las paredes de tu cráneo. Lo coges, es tu mejor amigo, el que te estuvo animando toda la noche, el que bajó a hablar con él. Te dice cosas que te gustan, otras que no tanto, pero deja claro que se preocupa por ti, sobre él, apenas hay conversación, ''ya te contaré'' es lo único que recibes sobre el tema. Estas nerviosa por no saber que pasó, pero algo en tu interior te dice que no te va a gustar cuando te lo cuente...

Esa tarde te conectas a las redes sociales, esperas no encontrarte nada como de costumbre, cargas las fotos de la noche del horror, y lo dejas encendido, más por pereza que interés.

Entonces, ocurre, ocurre algo que esperas pero prefieres evitar.  +''¿Estas mejor? -''si'' +''me alegro, solo era para ver si estabas mejor, me voy'' -''adiós''.
Y tras esto no puedes evitar soltar una lágrima, que recorre tu rostro cálida, como mofándose de tu tristeza, con la vivacidad de su caída, el calor de su cuerpo húmedo. Tu con las mejillas ardientes, los labios secos y los ojos hinchados de tanto haber llorado la noche anterior. 

Apagas el ordenador y el móvil, cortas cualquier contacto con el exterior y te vas a la cama, sin cenar pues aún tienes el estómago revuelto de la ''fiesta''. Solo esperas despertar y seguir ahí, que nadie te haya olvidado, que todo sea como siempre ha sido.
Te propones agachar la cabeza, al ir por la calle, ignorar al mundo que te rodea y tragar con las críticas que te lancen. Al fin y al cabo, no vas a poder cambiar nada, no tienes suficiente valor.

jueves, 6 de diciembre de 2012

La vida


Camino despacio por un bosque lleno de hojas caídas, en tonos dorados y pardos se posan en el húmedo suelo otoñal.
Al caminar, las hojas doradas, mojadas por el rocío de la mañana crujen bajo mis pies descalzos.
Camino hacía delante sin seguir rumbo alguno, con la esperanza de que en algún momento encuentre un destino.
Hacía tiempo que ya entré en este bosque, desde que era una niña. Entré con mi madre, pero con el tiempo, sin a penas darme cuenta ella desapareció, se alejó de mi, sin que yo pudiese evitarlo, espero que sea feliz allá donde esté.
Cuando entré era primavera, las hojas, hoy doradas y secas, eran entonces verdes y frescas. Había flores donde hoy solo hay ramas desnudas, y los animales correteaban de un lado a otro. Hoy sin embargo solo ves algún pájaro a últimas horas de la tarde, cuando regresan al nido, eso si estás atento y tienes suerte.

Según avanzaba más por el bosque, más extraño me parecía, pues no recuerdo haber girado ni una sola vez, nunca me he desviado del camino marcado, y siempre he ido hacía delante. Tampoco se acaba nunca, de vez en cuando hay algo nuevo, una piedra en el camino o una rama caída por una tormenta, pero nada que te impida seguir en línea recta.
Muchas veces pensé en meterme entre los árboles, salirme del camino delimitado, pero siempre que lo intentaba un escalofrío recorría mi espalda, me erizaba el vello de los brazos y me hacía cambiar de idea.

Supongo que esta es mi vida, una línea recta en la que nunca ocurre nada fuera de lo “normal”. Me gustaría saber quién fue el que dijo que es normal y que no, que es seguro y que no…
Avanzo y avanzo sin encontrar nada nuevo, lo que tampoco es una novedad.
Parece que me acerco a un claro, pero no, según me acerco al supuesto claro, veo que es el invierno.

El invierno se me echaba literalmente encima. Me paré un momento dudando si seguir adelante, luego pensé, “ya lo he hecho otras veces, ¿por qué no?”.
Adelanté el pie derecho. Posé el talón y después los dedos en la fría nieve. Me estremecí por un momento, ya estaba acostumbrada a la humedad del suelo otoñal.
Tras un par de traspiés por el frío de la nieve, acabé por no sentir nada de tobillo para abajo. Continué pues, caminado, siempre hacía delante. Sin mirar atrás ni una sola vez.

No se si habría llegado a la mitad siquiera cuando me detuve. Me sentía incapaz de continuar andando.
Pude ver a lo lejos una gran roca a los pies de un árbol.
Corrí de mala gana hasta allí, solo quería sentarme, así que correr unos metros para ese fin me pareció buena idea.
Era buena idea hasta que un gran cuervo negro se me cruzó por delante, tropecé con mis propios pies, ya entumecidos del todo y caí al suelo, sin darme tiempo a poner las manos.
Resultado de la caída, un corte en la ceja con una piedra que había bajo la nieve.
Me levanto, y en seguida me llevo la mano llena de nieve a la ceja. Cundo la retiro puedo ver que está sangrando. Cojo una hoja de menta que hay en un arbusto cercano la empapo en la nieve y me la pongo durante un buen rato en la ceja herida.
Me siento en el suelo, noto como el vestido se empapa y me cala entera. El frío aumenta por momentos.
Siempre había pasado rápido el invierno, normalmente lo paso rápido porque no me gusta.
Este invierno parece que se va a alargar más de lo normal…

Alzo la vista hacía el cielo, pero me quedo a mitad de camino. El cuervo que provocó mi caída está mirándome desde la rama de un árbol.
Se desde pequeña que los animales no piensan, me han intentado hacer creer eso desde siempre, sin embargo yo se que no es así, igual que se que ese cuervo me miraba con superioridad, como si supiese algo de mi que ni siquiera yo sabía, ni podría llegar a saber jamás.
No se movía, no hacía nada, solo me miraba desde arriba. Aparté la vista, los ojos negros y profundos de aquél siniestro animal me incomodaban demasiado.
Bajé la vista para mirar la hoja de menta y comprobar si seguía sangrando. No, la hemorragia ya había cesado, pero pude comprobar algo peor que la sangre recorriendo mi cuerpo, subiendo desde los pies descalzos.
Supongo que eso era por lo que siempre dejaba tan rápido el invierno. Por mis dedos avanzaba una capa de escarcha, no muy gruesa pero ya punzante. Además la punta de los pequeños dedos de mis pies empezaban a ponerse de un color amoratado oscuro.

Intenté levantarme, pero no tenía ninguna fuerza en las rodillas, que también empezaban a ponerse moradas.
Mi cuerpo se congelaba poco a poco, llegó un momento en el que ya no sentía nada, tenía todos los músculos del cuerpo paralizados por el frío, notaba como en los dedos de las manos se me había cuajado la nieve, que empezaba a caer, lo que significaba que estaban totalmente heladas, aunque yo no las sintiese.
Las piernas me dolían un poco, estaban rígidas y se me cargaban los gemelos, pero el frío era lo que realmente me molestaba. Entonces caí tumbada sobre la nieve.
Ni siquiera un escalofrío era capaz de recorrer mi cuerpo, estaba completamente congelada, tenía los ojos abiertos, y se me nublaba la vista con los copos de nieve que me caían en la cara.
Lo último que pude ver antes de perderme por completo fue el cuervo, graznar una sola vez, después perdí por completo todos mis sentidos.

Entonces supe que nunca debía haberme salido del camino para sentarme en aquella piedra, esto era lo que pasaba, tu vida acababa fuera del camino marcado. La mía acabó en invierno, la estación que menos me gustaba…

miércoles, 25 de abril de 2012

Los muertos son los únicos que ven el final de la guerra

 Una serie de imágenes pasan por tu mente, todas te resultan familiares, todas son recuerdos.
 En unas aparecen viejos amigos, todos ya desaparecidos de tu vida, a ninguno volverás a ver...
 Es de noche, está oscuro pero los destellos sonoros que impactan a tu lado iluminan las escenas que ante ti se desarrollan.
 Cierras los ojos muy fuerte, para apartar los recuerdos. Necesitas la mente clara y abierta, no puedes distraerte, no puedes perder la concentración...
 Sientes un abatimiento horrible que te paraliza el cuerpo, algo ha causado un gran golpe, sonoro, y un temblor a tu lado. Ves a algunos de tus compañeros nerviosos, gritan se comunican unos con otros, sus caras expresan miedo, tristeza, como si supiesen que van a perder algo valioso.
 De pronto te das cuenta que no les oyes, sientes el temblor del suelo en tu pecho. Estas tendido en el suelo sin moverte. Te intentas incorporar en un momento de lucidez, consigues quedarte sentado con las piernas rectas, estiradas ante ti.
 Una punzada de temor y dolor apuñala tu pecho al ver el estado de las extremidades. Pensabas >> Decir que están rotas es quedarse corto, están destrozadas<<
 Siguen cayendo grandes resplandores extraños del cielo nocturno, precedidos de un silbido que, con su agudo tono ya anuncian la tragedia, taladrando tus oídos.
 Miras al cielo, grandes aves mecánicas sobrevuelan el nido de arena donde estás refugiado.
 Junto a los metálicos pájaros vuelan globos alargados, parece que supervisen la escena. Ambas criaturas son iluminadas por focos de luz blanca que proviene del mismo epicentro terrestre, al menos desde tu campo de visión.
 Se van buscando luz y maquina.
 Un nuevo temblor te abate y te saca de la ilusión donde te habías sumergido. Ha caído cerca y no te puedes mover.
 Divisas un objeto alargado y de metal, un metal pesado a la vista y frío al tacto.
 Te apoyas la parte trasera de aquel asesino inerte en el hombro, sientes su lomo frío en la cara. Te adaptas a él y miras a través de su mirada. Eres uno con aquel metálico ser infernal. Con un dedo consigues que te obedezca, empiezan a caer hombres ante ti, gracias a tu nuevo amigo frío como el hielo y sin corazón.
 Un nuevo temblor aún más cercano te hace encogerte, provocando que aquel dragón de plomo caiga fuera de tu fortaleza de arena.
 Vuelves a estar solo. tus compañeros han caído o han huido, las piernas te arden y nada puedes hacer para remediarlo. De tus ojos empiezan a surgir lágrimas, Calientes y saladas.
 Te recorren la cara despacio, como si ni tus propias lágrimas quisiesen morir. Se dirigen a tu boca en un intento de volver dentro de tu cuerpo.
 Los pájaros artificiales siguen lanzando desde el cielo sus huevos mortales. Te van a alcanzar, ya no puedes defenderte, ni puedes moverte.
 Cierras los ojos dejando caer las últimas lágrimas. Cuando los abres te cercioras del desolador paisaje que tienes ante ti. No estás tan solo como pensabas. Ante tus ojos miles de cuerpos se presentan tumbados. Todos con la misma expresión de miedo. Parecía que durmiesen y estuviesen teniendo una pesadilla horrible, todos la misma pesadilla. Podría ser así, de no ser por que algunos no habían llegado a cerrar los ojos. Porque todos estaban bañados en barro y sangre...
 Un último temblor hace que caigas tendido de espaldas en el suelo. Miras como malamente puedes tu pecho. Pequeñas astillas metálicas te atraviesan la piel. "Una guerra nunca es agradable" piensas. Unos últimos pensamientos que te habría gustado fuesen más agradables. La metralla te ha destrozado el cuerpo. Notas la boca espesa. Un hilo de sangre te baja por la comisura del labio. Lentamente la vida se te escapa de las manos.
 Las bombas siguen cayendo del cielo, lanzadas como huevos mortales por las aves mecánicas, aviones, oscuros para camuflarse en el cielo nocturno. Los focos te dan en la cara de re filón. No sientes ningún calor ni tampoco frío. Miras al cielo con los ojos dilatados, quien te viese ahora pensaría que miras más allá de las estrellas.
 En un último esfuerzo consigues gesticular una sonrisa. No cierras los ojos y tu piel está pálida, pero la sonrisa de tu rostro rompe con la monotonía de aquella trinchera de sacos de arena llena de almas que buscan la paz arrebatando vidas. Tu la has encontrado, pues los muertos son los únicos que ven el final de la guerra.

Fuerza natural

  Estas mirando al cielo, está gris y el sol está escondido.
  Estas tumbada en una playa, la arena está fría y pequeñas dunas se te clavan en la espalda.
  No tienes pensado moverte, simplemente piensas quedarte ahí, sin apenas respirar, ni pestañear para no molestar al entorno tan pacifico y amenazante que te rodea.
  Se oye desde el cielo un débil trueno. Iba solo, no le acompañaba ningún relámpago.
  Giras la mirada hacía la nube de la que proviene el atroz sonido. Es el primer movimiento que haces en mucho tiempo, casi notas que te ha dolido. Recuperas la posición inicial.
  Estas tumbada, miras al cielo.
  Por tu brazo izquierdo empiezas a notar un cosquilleo, no quieres moverte e intentas ignorarlo.
  El cosquilleo se mueve, << se extiende>> piensas, pero no es así. Se está moviendo y te sube por el brazo.
  Frunces el ceño, sabes que algo va mal. Incorporas la cabeza, al hacerlo el cuello te arde de dolor, como mil agujas clavándose en tu piel.
  Buscas el causante de ese cosquilleo, ignorando el dolor, pero, no es un "ese" sino un "eso". Pequeños granos de arena ruedan por tu piel, siguen moviéndose, pero lo hacen de forma extraña. Se mueven hacia arriba pero a su paso, de la inmensa playa grisácea les liguen otros.
  Empiezan a subirte por las piernas. Ya te han cubierto los tobillos y las muñecas.
  Tu incapacidad de movimiento ya no es voluntaria, de algún modo la arena te aprieta.
  Te llega a la cintura, la envuelve y presiona, hasta el punto de no dejarte respirar.
  Te agobias, forcejeas contra la naturaleza.
  En todo este tiempo no has dejado de mirar al cielo, ni has gritado
  Cierras los ojos, sientes frías las manos pero la cabeza te arde por la falta de oxigeno.
  Ya no respiras, has dejado de forcejear, tu piel se ha vuelto blanca, tus dedos están amoratados.
  La arena afloja su fuerza y empieza a subir recorriendo tu cuerpo por encima de la ropa, formando figuras en espirales y remolinos a su paso, acariciando tu piel fría y pálida. Llegando al cuello, mimando tu barbilla como caricias de alguien cercano, pasando por tus labios ahora rosa pálido. Algunos granos saltaban ya a tus largas pestañas, pegándose, abrazándose a ellas.
  Cubre tus parados y finalmente tu frente.
  Tanto habías deseado ser naturaleza que ahora eres parte de ella.

miércoles, 11 de abril de 2012

Por el cielo...

Soy antigua y eterna, como el fuego y las estrellas.
Soy eterna, si, pues muero y vuelvo a nacer de mi propio ser como el ave fénix.
Para unos pocos soy enigmática y hermosa, con mi cuerpo hago formas imposibles y al mirarme dicen sentir cosas maravillosas.
Para el resto de seres siempre he estado ahí. Viajando por el cielo. A través de las estrellas en la noche, sin pedir nada a cambio pero ofreciendo mi alma para su supervivencia.
Soy agua blanca, soy cielo oscuro, soy animales y cosas, soy....
Por lo azul viajo observando el mundo, sin intervenir más que lo justo, contemplando a todos los seres sobre la tierra y en ocasiones veo como ellos me contemplan a mi.
Soy una nube que vaga sola, sobre desiertos cálidos o fríos glaciares.
Muero para integrarme en el mundo, pues me deshago y bajo al mar, pero siempre regreso al cielo, convertida en vaporoso algodón, condenada a observar siempre desde arriba.
Ahora toca morir... Me sentiré viva durante un momento, un maravilloso momento, luego pasaré de nuevo a ser mil formas y ninguna a la vez....

miércoles, 7 de marzo de 2012

Soledad.

  No necesito a nadie ...¿o si? De todas formas nadie podría llenar al vacío que siento. Siempre hay uno en concreto que intenta ayudar, comparándome con otras personas, haciéndome ver que no soy nada, solo una más entre unos cuantos. No es que quiera destacar, ni ser mejor que el resto, pero no quiero ser igual, una copia. Al decir estas palabras ya me convierto en una, de toda esa gente que dice ser libre de modas, que dice ser ''diferente''.
  Solo necesito una persona que me entienda, que no intente ayudar con abrazos o caricias y que sepa actuar.

Reflexión Moral / micro relato cuarto

  Sola y vacía, no encajo en el mundo, nadie me entiende y todos quieren "ayudar", hacer algo por mi.
  Cuanto más cómoda estoy, antes viene a por mi, ese sentimiento de angustia que me recuerda que no puedo estar ente personas.
  Quiero irme lejos, escapar, salir corriendo, pero como en una pesadilla una puerta se cierra ante mi para impedirlo.
  No se que más hacer para salir de aquí, para dejar de sentirme así. Únicamente escribiendo o dibujando me siento feliz, porque es mi única vía de escape quizá... ¿Para qué? Luego siempre llega alguien para estropear esos momentos.

sábado, 3 de marzo de 2012

Miedo / micro relato tercero

Corres, cada vez más rápido, sientes el corazón en la garganta, no puedes parar. Sigue, sigue, no sabes por qué pero corres. Llegas a un callejón sin salida, te paras de golpe. Sientes que el estomago se te retuerce. Te apoyas en la pared. Las gotas de sudor resbalan por tu frente.
Miras al frente, le hechas todo el valor posible, las piernas te tiemblan, apenas te mantienes en pie.
Sabes que está cerca, lo notas acercarse cada vez más y más. Cierras los ojos.
Una única lágrima recorre tu mejilla. Abres los ojos, de golpe, la luz te ciega