domingo, 3 de febrero de 2013

Noche oscura

Bajar la mirada ya no es suficiente, ignorar los comentarios ya no vale.

Piensas que dejando a un lado lo que la gente piense de ti, podrás vivir tranquila, podrás vivir ajena a todo... Pero no, es imposible, en algún momento todo estalla, todo ese tiempo de ignorar críticas acaban por explotar en tu garganta, provocando una ráfaga incontrolable de sentimientos que se atropellan y empujan para salir por tu boca.

Una mala noche hace que todo esto sea posible, una fiesta donde bebes demasiado, te sienta mal y en un momento dado te hechas a llorar. No quieres arruinar la fiesta y te apartas. Lo sueltas todo, se lo dices a la persona que más quieres, en la que más confías.
Le enumeras uno a uno tus complejos, lo que piensas de ti misma, lo que crees que el mundo que te rodea piensa de ti.

Te escucha con atención, te anima, tu valoras todo lo que hace por ti en ese tiempo, pero no puedes dejar de llorar, y pensar en todo aquello que te atormenta, que no te deja dormir por las noches. 
La mayoría de esos complejos provocan temor en tu corazón, un miedo atroz a levantarte por la mañana y ser invisible, miedo a no llegar al nivel que todo el mundo te pide, de no cumplir las expectativas....

Después llega la noticia, él va a venir, solo porque tu se lo has pedido. No estas en condiciones de verle para cundo quiere llegar, te frustras más por no poder verle, por no querer que él te vea así...

No saber lo que está pasando te mata por dentro, sabes que están hablando con él, pero no sabes de que.

Al día siguiente no te mantienes en pie, estás cansada a más no poder, se te cierran los ojos, pero entonces empieza a sonar el teléfono, que parece un martillo neumático en las paredes de tu cráneo. Lo coges, es tu mejor amigo, el que te estuvo animando toda la noche, el que bajó a hablar con él. Te dice cosas que te gustan, otras que no tanto, pero deja claro que se preocupa por ti, sobre él, apenas hay conversación, ''ya te contaré'' es lo único que recibes sobre el tema. Estas nerviosa por no saber que pasó, pero algo en tu interior te dice que no te va a gustar cuando te lo cuente...

Esa tarde te conectas a las redes sociales, esperas no encontrarte nada como de costumbre, cargas las fotos de la noche del horror, y lo dejas encendido, más por pereza que interés.

Entonces, ocurre, ocurre algo que esperas pero prefieres evitar.  +''¿Estas mejor? -''si'' +''me alegro, solo era para ver si estabas mejor, me voy'' -''adiós''.
Y tras esto no puedes evitar soltar una lágrima, que recorre tu rostro cálida, como mofándose de tu tristeza, con la vivacidad de su caída, el calor de su cuerpo húmedo. Tu con las mejillas ardientes, los labios secos y los ojos hinchados de tanto haber llorado la noche anterior. 

Apagas el ordenador y el móvil, cortas cualquier contacto con el exterior y te vas a la cama, sin cenar pues aún tienes el estómago revuelto de la ''fiesta''. Solo esperas despertar y seguir ahí, que nadie te haya olvidado, que todo sea como siempre ha sido.
Te propones agachar la cabeza, al ir por la calle, ignorar al mundo que te rodea y tragar con las críticas que te lancen. Al fin y al cabo, no vas a poder cambiar nada, no tienes suficiente valor.

1 comentario:

  1. ¡Hola! Sento haber tardado tantísimo en responderte. Gracias por tu comentario y además me ha gustado mucho tu blog, lo compartiré, y gracias por haber leído el mío :)

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